Cuando se viaja, para conocer el alma de los sitios hay que visitar tres lugares: mercados, bares y templos (creo que en este orden). En estos últimos, la gente va a intentar conjurar sus temores. En los primeros, a encontrar la vida.
En Montevideo los templos no abundan. Me dicen que son los más laicos de América Latina. Desde mi perspectiva sevillana - en donde las iglesias solo están superadas por los bares- me extraña que en mis paseos de cuatro días solo haya visto dos católicas y una inclasificable (del tipo de la Cienciología).
Aquí llaman Ferias a lo que nosotros diríamos "mercadillos". El de Tristán Narvaja ya merece la pena solo por el nombre tan relindo (como dicen aquí). Se alternan peces de acuario con antigüedades, "remeras" (camisetas)y "musculosas" (camisetas de tirantes) con zapatos de inmensas plataformas...Me recuerda mucho al Rastro madrileño, aunque con mucho menos punto alternativo y sin gente bebiendo litronas.Tiene lugar todos los domingos,aunque el resto de la semana la calle Tristán Narvaja mantiene un sabor a librería de viejo, comercio de antigüedades y bares de comidas asequibles ("La Fábrica")donde tomar una "ingesta al paso".
Aquí es donde he profundizado en mi investigación sobre el mate. Tanto he preguntado, abusando de la amabilidad uruguaya, que una pareja me insistió en que probara el suyo, a lo cual no me pude negar, aunque en principio la idea de chupar de bombilla ajena me hacía dudar...
Qué lejos está mi tierra
ResponderEliminarY, sin embargo, qué cerca
o es que existe un territorio
donde las sangres se mezclan.
Tanta distancia y camino,
tan diferentes banderas
y la pobreza es la misma
los mismos hombres esperan.
Yo quiero romper mi mapa,
formar el mapa de todos,
mestizos, negros y blancos,
trazarlo codo con codo.
Los ríos son como venas
de un cuerpo entero extendido,
y es el color de la tierra
la sangre de los caídos.
No somos los extranjeros
los extranjeros son otros;
son ellos los mercaderes
y los esclavos nosotros.
Yo quiero romper la vida,
como cambiarla quisiera,
ayúdeme compañero;
ayúdeme, no demore,
que una gota con ser poco
con otra se hace aguacero
Este poema es de un uruguayo que nos dejó físicamente. Pero que no ha muerto. Porque solo se muere aquel que no deja una luz en otras almas. Y Daniel Viglieti las dejó a raudales.
Este poema me recuerda a ti... no sé, quizá Vivglieti lo escribiera hace un montón de años pensando en ti. Lo cierto es que te envidio. Envidio tu libertad, tu locura que es cordura, la cordura loca que se hace cada vez más necesaria en un mundo como este en el que todos somos sospechosos de nosequé crimen contra los poderes.
Que sí, Teresuka: que necesitamos que sigas siendo tú misma... y que tu ejemplo pueda servir para que alguien decida hacer otras locuras parecidas a las tuyas. Locuras absolutamente cuerdas.
...Y tengo que rectificar algo tremendo. Un error de esos que pueden marcar, no solo un blog, sino a la persona que lo comete. Internet es un arma de dos filos. Porque, en general, se suele creer lo que se publica... y en muchas ocasiones, la publicación encierra errores de bulto.
EliminarNo. Viglietti no nos ha dejado. Me equivoqué, equivoqué el nombre con el de otro cantante uruguayo. Daniel Viglietti nació en 1939 y, según me cuentan, es relativamente fácil compartir con él un mate en Montevideo. Tiene 75 años, pues... 75 años dedicados a la poesía, a la canción.... y al compromiso.
Para él, como para Celaya, la poesía no es "un lujo cultural de los neutrales", sino que la poesía es el arma cargada de futuro que, a mí, me gustaría haber sabido empuñar.
Viva, pues, la vida de Viglietti. Y a mí... que me den. Por listillo.
¡Qué nivel! Me quedo sin palabras... Te has ganado la recompensa prometida.
ResponderEliminarDonde está mi comentario
ResponderEliminarqué te veo muy ambientada y en tu salsa: mercadillos y además con gente linda. Good. Publica fotos. Bss
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