Graciela tiene 62 años y es portera. Está con su marido y su nieto viendo el desfile con el que se inaugura el Carnaval de Montevideo. Nos encontramos sentadas en unos escalones de la Plaza de la Independencia y me pongo en modo "pegarlahebra".
A Graciela le gusta el carnaval, pero ya no es como cuando era joven, que se vestía y desfilaba o como cuando sus hijas salían, que ella les cosía las ropas.
Le pregunto si ella tiene abuelos españoles o italianos, como la mayoría de los uruguayos que he conocido hasta ahora. "Yo noooo, yo charrúa de siempre". Los indios charrúas eran los pobladores de la banda oriental del Río de la Plata en tiempos prehispánicos y casi todos desaparecieron durante la colonización.
Graciela adora al presidente: "Pepe es gente, es pueblo, va en chancletas, con su perra renca. Si estuviera ahora acá, se sentaría en los escalones como nosotras"
Graciela se lamenta de que no haya cantantes buenos en Uruguay, porque todo el que empieza a triunfar se marcha a Argentina y es allí donde se hace famoso.
Su sueño incumplido de toda la vida es no haber conocido a Camilo Sesto.Suspira y sonríe:"Conocerlo y que me hubiera dado un beso..."
Desde joven lo idolatra y conserva todavía un cuadro con una foto del cantante colgado en su casa.Le dice a su nieto de seis años: "Dile a esta señora quién es el novio de la abuela". El niño no lo duda: "Camilo Sesto"
A su hijo mayor quiso ponerle de nombre Camilo, pero era cuando la dictadura y no la dejaron porque había nombres prohibidos. Ella no sabe por qué y le sugiero si sería por Camilo Cienfuegos, barbudo compañero de Castro en la revolución cubana. "Ahhh, puede ser, porque Ernesto también estaba prohibido..."
No hay comentarios:
Publicar un comentario