martes, 10 de marzo de 2015

TANGO

" Había nacido en el Río de la Plata, en los puteros de los suburbios. Los hombres lo bailaban entre ellos, para entretener la espera, mientras las mujeres atendían otros clientes en la cama. Sus sones, lentos, tartamudos, se perdían en los callejones donde reinaban el cuchillo y la tristeza".
( Eduardo Galeano, "Espejos")
El tango se popularizó en Uruguay a fines del siglo XIX entre la clase baja, con importantes referencias a la vida marginal y prostibularia. A partir de 1920 gana espacio en otros círculos sociales y se convierte en pilar de la cultura rioplatense y Carlos Gardel - el "zorzal criollo"- en su voz más emblemática.
Hoy día, las dos actividades culturales más significativas de Montevideo son el teatro y el tango, que conoce un renacimiento a través de las muchas clases que se imparten para todos los niveles.
Si uno quiere aprender o mejorar el estilo no tiene más que ir a cualquiera de estos grupos, algunos gratuitos, y luego poner en práctica lo aprendido en "milongas" (bailes), algunas de las cuales tienen lugar en espacios públicos (Plaza del Entrevero) o en locales (el Centro Gallego, el Fun-Fun).
La "sex ratio" en el tango está -como en otros órdenes de la vida- dislocada: muchas mujeres esperando sentadas a que un hombre las saque a bailar. Si un hombre baila bien, lo triunfa, no importa edad o físico. Para la mujer, en cambio, juegan otros factores: si es joven y guapa, no importa que no sepa bailar, se le enseña.
La forma de agarrar a la pareja también influye. El hombre enlaza a la mujer a la altura del omóplato, y si no lo hace con firmeza, la mujer percibe que no baila muy bien. Eso sí, de cintura para abajo los cuerpos permanecen bien separados, mientras que cabezas y torsos se fusionan dando lugar a un perfil curioso.
Los zapatos de ellas han de ser de tacón alto y fino, con el tobillo cubierto y abrochados con hebillas. Suelen llevarlos en una bolsa y se cambian al llegar al local. Ellos a veces calzan zapatos especiales, más livianos, y frecuentemente combinados en blanco y negro, como de los años veinte.
Los hombres conducen el tango y las mujeres lo adornan. Ellas reciben las órdenes transmitidas por presiones de la mano que enlaza su espalda y ejecutan las "figuras" que les pide el tanguero.
Lo increíble es que si no sabes casi nada y te agarra un consumado bailarín, te hace bailar un tango como nunca pensaste que llegarías a hacerlo (doy fe).
Y bueno, dada la escasez de género, me comentan que también hay hombres buenos bailarines que se alquilan para bailar en las milongas...
CARICATURA DE GARDEL

1 comentario:

  1. Este domingo pasado, en la milonga que todos los fines de semana tiene lugar en la Plaza del Entrevero, un par de mujeres se pusieron a bailar un tango juntas, bien porque les apetecía o bien por la escasez de parejas masculinas. Entonces el organizador del evento les conminó a no seguir bailando porque, según él, era inadecuado un baile de dos del mismo sexo. La cosa fue a mayores y acabó con una denuncia en la Intendencia por vulneración de la ley de igualdad y más tratándose de un espacio público.
    Para el próximo domingo, todos los que no comparten esa visión trasnochada y excluyente están convocados a una "MILONGA INADECUADA" en la misma plaza, en donde bailarán mujeres con mujeres y, si hay voluntarios, hombres con hombres. No me lo pienso perder.

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