La Plaza de la Independencia inicia el recorrido. En ella se ubica la Presidencia del gobierno y la estatua-mausoleo de Artigas, padre de la patria uruguaya, custodiado por la Guardia de Blandengues (no es broma). Allí también se halla el Palacio Salvo, edificio emblemático de la ciudad (el que sale en todas las fotos y yo lo veo desde la ducha) que con sus 120 metros fue en su tiempo el más alto de Sudamérica.
El primer tramo de esta larga y concurrida avenida es el más artístico, con muchos edificios inspirados en el "Art Déco": el London Paris, Palacio Brasil, Museo del Gaucho y la Moneda...
La Plaza del Entrevero tiene el atractivo de presentar mezcla (eso significa "entrevero") de especies de árboles autóctonos y exóticos y también de servir de lugar de baile de tangueros los fines de semana. Frente a la plaza, la sala de conciertos y teatro Zitarrosa, en honor al compositor y cantante uruguayo.
Le sigue la Plaza Cagancha (batalla de 1839 en que vencieron a los argentinos) también muy arbolada y con edificios notables como el que alberga la Suprema Corte Judicial.
Otras dos grandes plazas son, sucesivamente, la de la Intendencia (equivale a Ayuntamiento) y La de los 33. En todas ellas los montevideanos acostumbran a sentarse en sus bancos con sus mates a charlar. El espacio público no está invadido por bares, estos existen más bien como locales cerrados y son sobre todo restaurantes.
A lo largo de toda la avenida hay multitud de comercios, bancos, teatros, jugadores de ajedrez, vendedores de gorras y calcetines, de cargadores de "celulares", de garrapiñadas, de prensa y pilas de relojes, furgonetas de comida rápida (aquí "ingesta al paso")...
El monumento al Gaucho marca un cambio estético y quizás sociológico: a partir de ese punto la avenida se torna más humilde, los comercios más de saldos, los edificios más necesitados de restauración. Y por allí cerca está la Feria de Tristán Narvaja, "mercado de pulgas" y mercadillo de frutas y verduras donde la gente compra a precios menos abusivos que en los supermercados.
Y como contrapunto a este batiburrillo, en la acera contraria se encuentran la Biblioteca Nacional, cuya entrada está custodiada por esculturas de Cervantes y Sócrates, y la Universidad de la República, de porte neo-renacentista.
En fin, la vida misma concentrada longitudinalmente en estos tres kilómetros de la Dieciocho. Es obvio que al ser la principal arteria del centro es también el escenario donde se desarrollan los desfiles ( en febrero el de Carnaval) y las manifestaciones (la última el día 27 de febrero para despedir a Pepe (sic)como presidente)
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