miércoles, 17 de junio de 2015

IDAS Y VUELTAS

Después de casi medio año viviendo entre uruguayos y observando con ojos de cronista, llego a la conclusión de que quizás el principal rasgo definitorio de la esencia uruguaya es la migración.
La mayoría de los montevideanos con los que he hablado cuentan entre sus directos antepasados con un abuelo español -"gallego" dicen ellos- o italiano que se instalaron aquí a principios del siglo XX. Pero además casi todos dicen tener un familiar cercano -hijos, hermanos- en España (especialmente en Valencia y Barcelona).
En los últimos cincuenta años, Uruguay ha sufrido dos sangrías migratorias: una, en la década de los 70, cuando la dictadura hizo exiliarse a miles de demócratas; la otra, cuando la crisis económica de 2002 sacudió Argentina y arruinó con sus coletazos a la banda oriental del Río de la Plata.
El fenómeno más reciente es, sin embargo, la llegada de inmigrantes a Montevideo al calor de una cierta bonanza económica y al amparo de un gobierno que facilita la concesión de cédula de identidad y posterior permiso de residencia en el país.
El grupo más numeroso lo constituyen los dominicanos, pero también llegan de otros países latinoamericanos y, más recientemente, africanos. A esta migración económica habría que añadir dos pequeños pero significativamente importantes grupos: los refugiados sirios y los ex-presos de Guantánamo, que el anterior gobierno de Mujica acogió en un gesto que aumentó la fama internacional del presidente.
La organización "IDAS Y VUELTAS" viene desde hace años colaborando para hacer menos dura la llegada de los que abandonaron sus casas en busca de una vida mejor, y también la de aquellos uruguayos "retornados" que ahora están volviendo porque los países adonde emigraron (la mayoría a España, también a Brasil y Argentina) ahora están en crisis. Desarraigo de irse y desarraigo también al volver, porque muchos, después de vivir bastantes años fuera, han dejado amigos y familiares allí y vuelven a un Uruguay cambiado y tienen que empezar de cero y reinventarse de nuevo.
En "Idas y Vueltas"confluyen dominicanos, nigerianos, sierraleoneses (?), bolivianos, un turco, una cubana, muchos retornados...y alguna "andaluza errante". El método de trabajo es sencillo a la par que eficaz: se charla tomando café. Y en esa charla, en absoluto dramática, el recién llegado conecta con otra gente que ya pasó por esos duros comienzos, o que ya retornó y consiguió reintegrarse, o que todavía no habla español ni encontró trabajo. Y se continúa charlando y tomando té. Y se pone en un fondo común la información útil referida a trámites, curriculum, alojamientos baratos, ofertas de trabajos. Y la gente ríe. Y se besa, porque olvidé mencionar lo besucones que son los uruguayos, sin distinción de género (en Idas y Vueltas es costumbre besar a todo el mundo al llegar y al irse, menos mal que es un solo beso).Y a la semana siguiente vuelven y ya parecen más de la casa.Y el que fue ayudado ayer se convierte en ayudador hoy. Y el que encontró trabajo o mejoró su situación vuelve para contarlo.
Además de charlar, hay entre los voluntarios (todos lo son) gente conocedora de los trámites burocráticos que afectan a los migrantes, psicólogo, sociólogo, estudiantes de Antropología que hacen trabajos de campo, profesora nativa de inglés, clases de español para los africanos. Y muchas veces, gracias a contactos, se consigue acelerar la obtención de la cédula de identidad, requisito básico para buscar trabajo, o se acompaña a un africano que no sabe español a gestionar documentos. Y con tanto ir y volver, charlar y besarse, el extranjero y el retornado encuentran que no hay fronteras en los corazones.
Idas y Vueltas, el corazón multicolor de Montevideo.